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El camino hacia el Padre es Jesús, y el camino de Jesús es la cruz.





Todo ser nace con la necesidad de Dios, y el principal objetivo en la vida del ser humano es la reconciliación con Dios, aunque conscientemente no se dé cuenta de la búsqueda en la que está.

La ‘’separatidad’’ con la cual nacemos es la consecuencia del pecado que nos apartó de Dios, manifestándose en una necesidad y búsqueda profunda por plenitud. Esta falta de plenitud es un impulso interno por encontrar paz, seguridad y amor. Desde este principio, todo ser humano es impulsado a conectarse con “eso” que le hace falta, y la única manera de lograr encontrar esa pertenencia es volver a la union con Dios, nuestro Creador.

Muchos son los sistemas que se han levantado para tratar de llenar esta necesidad y esta falta de plenitud del ser humano. Existe un sin fin de cosas terrenales que prometen satisfacer al hombre en esta búsqueda interna; los mercados crecen por este motivo, las industrias prosperan dándole al hombre satisfacción y gratificación momentánea, sin resolver el asunto de fondo, y entregando la ilusión de plenitud, pero siendo en realidad un ciclo de engaño. Existen muchos caminos construidos para dar al ser humano la respuesta a la gran y existencial pregunta de ‘‘¿quién soy?’’ Incluso la religión es uno de los mas fuertes de estos sistemas, simplemente entregando placer momentáneo sin real transformación.

Pero ninguno de estos sistemas entregan la plenitud interna de ser reconciliado con el propósito por el cual fuiste creado.

La creación tiene que volver a unirse con el Creador.

El hombre tiene que volver a la única fuente que logrará llenarlo por completo. Y la única manera para lograr esto es a través de Jesús.

Jesús le dice: Yo soy el Camino, y la Verdad, y la Vida; nadie viene al Padre sino por mí. Juan 14:6 Así como Jesús es el único camino para ir al Padre, también existe un solo camino para andar en Jesús. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Mateo 16:24

Estos tres puntos son lo que nos dan paso a poder vivir una vida con Jesús: negarse a sí mismo, tomar la cruz, y seguirlo.

¿Qué es negarse a sí mismo? Es precisamente decir no a todo lo que no es Jesús, a todo lo que quiera ocupar un lugar en el corazón del hombre para sentir seguridad, amor e identidad fuera de él. Es decir no a todo lo que el mundo hoy ofrece, que es atractivo a los ojos del alma que está buscando sentirse parte de algo. La negación es el ejercicio para vivir una vida por fe y no por vista, sacando la mirada de lo temporal y pasajero. Es una disciplina diaria de no satisfacerte con los deseos de tu corazón, porque tu vida ya no es para ti mismo sino para Aquel que te llamó. La negación es un ejercicio constante de enseñarle a tu alma a encontrar seguridad en Jesús.

Tomar la cruz significa tomar en tu vida el propósito por el cual fuiste creado. Cada persona fue diseñada y creada con un plan eterno, antes de la fundación del mundo. Según nos escogió en Él antes de la fundación del mundo, para que fuéramos santos y sin mancha delante de Él; habiéndonos predestinado en amor para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesús el Mesías, según la complacencia de su voluntad. Efesios 1:4-5 Dios no solo nos dio un diseño, sino que también nos hizo regalos funcionales para poder cumplir aquellos diseños. A cada uno, entonces, nos fue dada la gracia según la medida del don del Mesías; por lo cual dice: Subiendo a lo alto, tomó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres. Efesios 4:7-8 Dios te creó con un diseño y te dio regalos, llamados dones, para que pudieras cumplirlo. No hay excusas, solo miedos que te detienen, y ya es hora de vencerlos. Y sígame.

¡Qué gran frase! ¿Qué significa? ¿Qué quiere decir esto?

La Biblia se divide en Antiguo y Nuevo Testamento, esto es una manera de enseñarnos dos formas de seguir a Jesús.

El Antiguo Testamento nos habla de una ley escrita que sirvió para que Moisés guiara al pueblo, siendo esto la sombra y la imagen del Mesías que vendría. Esta ley fue escrita en tablas de piedra en el proceso en que Dios los saca de la esclavitud de Egipto hacia la tierra prometida. Esta ley hoy se usa muchas veces como una guía moral mostrándonos lo pecadores que somos. Esta ley es la que nos habla el apóstol Pablo en Romanos 7, una ley que muchas veces es para hablarnos acerca de lo imposible que es seguir en la carne a un Dios que es espíritu. En esta ley se hacían sacrificios para ser perdonados de nuestros pecados, pero no tenia en sí el poder para cambiar nuestra naturaleza. Era una ley que ningún hombre pudo cumplir... hasta que llegó Jesús.

Jesus vino y cumplió la ley. Él vino a convertirse en un sacrificio perfecto, santo y con un poder no solamente de perdonar el pecado en si mismo, sino que a través de su vida abrir una nueva dimensión en el espíritu para que el hombre pudiera vivir de otra manera, una manera sobrenatural, una manera divina. A través de este sacrificio Jesús estaba cambiando la naturaleza caída del hombre.

Esta ley del espíritu no solo perdona la acción del pecado, sino que transforma tu naturaleza para que puedas vivir como un nuevo hombre. Esto es lo que encontramos en Romanos 8: la ley del espíritu no está escrita en piedras ya, sino en el corazón del hombre, porque ahora el que te guía es su Espíritu Santo, el cual vive en nosotros. Siendo manifiesto que sois una carta de CRISTO habiendo sido provista por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del DIOS vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas que son corazones de carne.

2 Corintios 3:3

Es tiempo de que nos volvamos de la ley escrita a la ley del Espíritu. Las Escrituras dicen: Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios Romanos 8:14

Hoy es tiempo de caminar como verdaderos discípulos de Cristo: negándonos cada día a nosotros mismos, tomando cada día la cruz, y siguiendo la voz de su Espíritu, como un cuerpo bien concertado que responde a la Cabeza, caminando en la manifestación del Reino y la edificación integral del cuerpo de Cristo.

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